Somos amigas desde hace muchos años. Ella se precia de decir que me conoce desde el tiempo en que yo me chupaba el dedo. Yo, por mi parte, puedo decir que siempre fui su admiradora de más larga data. Nuestras personalidades no podrían ser más dispares: yo soy aquella que siempre ve el vaso medio lleno, y ella quien tiende a verlo medio vacío. Sin embargo, hoy mientras pienso en el largo recorrido que ha tenido su vida, veo que hay algo fundamental en lo que ella siempre fue mucho más positiva, valiente y perseverante que yo.
Que ella fuera lesbiana para mí era algo tan natural como que fuera alta, nunca paré para reflexionar en ello, y menos aún ponerlo en duda. Sin embargo, confieso que en muchas ocasiones sentí miedo por ella. Viviendo en la sociedad conservadora y represiva como la nuestra, temía que ser abierta con su sexualidad la llevara a enfrentarse al rechazo, el odio y el sufrimiento. Yo, que en otras cosas era aquella que siempre veía el vaso medio lleno, en ese caso tenía miedo de encontrarme con que estaba completamente vacío; y en ciertas ocasiones llegué a pensar que era mejor callar que enfrentar el sufrimiento. Yo fui cobarde; ella en cambio, jamás lo fue.
Esta es una historia que no cabe en un pequeño texto de un blog. Es una historia con más de 20 años de recorrido, pero si he de resumirla diré que en efecto hubo rechazo, odio y sufrimiento. Hubo lágrimas, frustraciones, peleas, silencios, separaciones… Hubo todo aquello que yo temí tanto que hubiera. Pero algo que jamás dejó de haber fue valentía. Y armada de valentía, ella lo enfrentó todo, fue derribando muros y callando voces. Y los años pasaron y los cielos con nubes negras y tormentas fueron quedando atrás y dando paso a una vida de aceptación, respeto y feliz convivencia.
Hoy no quería dejar pasar las celebraciones del orgullo GLBT sin aplaudir ese gran valentía de esa mi gran amiga. Por más de 20 años la he visto defender su bandera con orgullo y coraje, de un modo que yo misma no habría sido capaz de hacer. Ahora comprendo que si 20 años atrás ella hubiera escocido el cobarde silencio, con ese cobarde silencio sería una persona infeliz hasta el día de hoy.
Creo sinceramente que, a pesar de todo el camino que nos falta recorrer, hoy somos una sociedad más abierta y respetuosa de las diversidades sexuales, que aquella sociedad de hace dos décadas. Hoy tengo confianza de que mi hija crecerá en un mundo donde ser gay o transgénero, heterosexual o bisexual será simplemente un modo más de ser y no un tabú o un motivo de rechazo. Pero también sé que si hoy tenemos una sociedad así, y si seguimos caminando hacia una mejor, no es gracias a quienes escogieron abrigarse en el miedo y vivir en el silencio. Es gracias a aquellos que con su valentía y persistencia han conseguido abrir las mentes más impenetrables. Hoy me siento orgullosa de que exista una Patricia, y millones de otras Patricias en el mundo, que con el simple hecho de escoger no ocultarse están contribuyendo a construir una sociedad mejor.
La homosexualidad está documentada en más de 1500 especies, desde los parásitos hasta los primates.
La homofobia sólo en una.
Ergo, cuál es más contranatura?