Cuando vuelvan las horas al reloj

¿Qué tiempos son estos en los que siempre falta tiempo? A veces me pregunto quién seré yo cuando el tiempo deje de faltarme, cuando de pronto otra vez tenga minutos de sobra para dedicarme a escribir, a andar en bicicleta y tomar cafés con tanta parsimonia que acaben por enfriarse.

La gente me dice que las horas volverán al reloj cuando mis dos niñas crezcan y se ocupen solas de sus asuntos. Ahí ya no necesitaré invertir todo mi tiempo en su cuidado, y mis minutos volverán a ser míos. ¿Y qué haré entonces con todos ellos? ¿Será que me entusiasmará poder volver, por fin, a leer un libro completo o a escribir en mi diario a diario como antes lo hacía?

Las veo tan serenas, durmiendo en sus pequeñas camas con cobijas de animales, el cabello aún húmedo del baño que yo les di, con los pijamas que yo les escogí, con los peluches que yo les lavé, con la lámpara de noche que yo dejé prendida para ahuyentar monstruos nocturnos.

Las veo y pienso en cómo ya he recuperado mis horas de dormir toda la noche, aunque a cambio perdí las de arrullar bebés en brazos. Y si bien terminó el tiempo de cambiar pañales, con él se fue también el de sostener manos de quien recién aprende a caminar.  Como si con cada cosa que gano o recupero, debo pagar con un poco de candidez.

Entonces supongo que las horas volverán el día en que los monstruos nocturnos se vayan y ellas mismas apaguen la lámpara de noche antes de irse a dormir en camas sin cobijas de animales. Pero cuando pienso en ello, no puedo verme entusiasmada con el café, el diario y los libros que recuperaré, solo melancólica ante la idea de perderlas, de irlas perdiendo un poco cada vez.

¿Será que cuando vuelvan al reloj todas mis horas, las usaré para preguntarme qué hacen, dónde están y en qué invierten su tiempo ellas?

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