Fábio y yo somos de aquellas personas que le tienen espanto a la desmemoria. Por eso intentamos guardar todo registro de las cosas que hemos vivido. Fotos, diarios de viaje, dibujos, entradas a museos, máscaras… en fin, atesoramos todo lo que pueda servir para no olvidar cada detalle de las vacaciones. Así que para combatir el olvido, esta vez me apresuraré a compartir con mis pocos lectores nuestras recientes aventuras viajando por las antípodas del Ecuador: Indonesia.
Si revisan el mapa verán que Indonesia (sobretodo la isla de Sumatra) está localizada justamente en el polo opuesto del Ecuador. De modo que he de decir que con este viaje llegué al lugar más distante de mi tierra; sin embargo, lo gracioso fue descubrir que ciertas zonas montañosas de este país (también atravesado por la línea ecuatorial) se asemejaban mucho con la sierra ecuatoriana, e incluso compartían frutas como el tomate de árbol, que jamás había encontrado en otro país y que me llenó de gusto volver a comer.
Considerando que Indonesia está conformada por alrededor de 17.000 islas, nuestro viaje comenzó con una profunda investigación acerca de las ciudades que deberíamos visitar, tras lo cual determinamos que nuestro recorrido comprendería las islas de Java, Bali, Flores y la pequeñísima Gili Trawangan. He aquí un torpe pero ilustrativo mapa que dibujé con nuestro trayecto:
Comenzamos nuestra aventura en la ciudad de Yogyakarta, en la isla de Java, donde visitamos una fábrica de batik y algunos templos budistas e hinduistas, en compañía de nuestro guía Adee, un devoto musulmán que por esos días estaba ayunando debido al Ramadán.
Durante la celebración islámica del Ramadán, los fieles se abstienen de comer y beber (incluso agua) mientras haya sol. Por ello solo es posible comer a las 04:30, antes de que amanezca, y a las 18:30 aproximadamente, cuando ya no queda ningún rayo de sol en el cielo.
A pesar del hambre y la sed, nadie deja de cumplir con sus actividades diarias; sin embargo, en ciertas ciudades (sobre todo de Java donde la mayoría de personas practican el Islamismo) es posible que varios restaurante estén cerrados en esta fecha, aunque en nuestro caso eso no nos impidió de comer todo el tallarín y arroz frito que pudimos.

El travieso Luwak, responsable por uno de los cafés más famosos de Indonesia

El excremento del Luwak se recolecta así para luego separar los granos de café y tostarlos
Para cerrar con «broche de oro» nuestros tres días en Yogyakarta, Adee no perdió la oportunidad de llevarnos a beber el famoso «café de luwak».
En este país, conocido por su variedad de cafés, de un tiempo acá se ha vuelto muy popular este tipo, que sale nada menos que del colón del pequeño luwak, una especie de mapache apasionado por comer semillas de café durante todo el día.
Después de que el animal expulsa las semillas en sus heces, estas son recogidas, tostadas y molidas para terminar en la taza de café de miles de turistas estupefactos quienes, como nosotros, finalmente no pueden más que admitir que, a pesar de lo inusual de su origen, el café es tan sabroso y consistente como cualquier otro de las islas indonesias.
Tras despedirnos de Adee, volamos a Bali para visitar la ciudad de Ubud, escondida en el corazón de la isla. Nuestro guía hinduista Guel-Guel nos condujo a visitar las decenas de campos de arroz de la zona, la principal atracción de este encantador lugar.
Indonesia es el tercer mayor productor de arroz en el mundo y Ubud es un importante centro de cultivo en Bali. Distribuidos en terrazas descendentes sobre las montañas, los campos de arroz en Ubud generan un paisaje tan espectacular, que miles de turistas viajan hasta aquí tan solo para admirarlo.

En Ubud la principal atracción es visitar los hermosos plantíos de arroz
Durante tres días recorrimos los campos con Guel-Guel, quien nos explicó todo el proceso de cultivo y colecta de arroz y los múltiples tipos que se producen en Indonesia (hay incluso arroz negro y rojo)
Tal como nos lo habían advertido los amigos: los aromas, sonidos y colores de Bali nos envolvieron. La ciudad de Ubud, especialmente, está rodeada de espiritualidad. Diariamente los hinduistas elaboran aquí una serie de diversas ofrendas con flores y comida para sus dioses y cada mañana, templos, casas, tiendas en incluso vehículos amanecen decorados con estos obsequios religiosos. Los vistosos batik que lucen las mujeres y los sarong que utilizan los hombres llenan las calles de color, mientras los inciensos de los múltiples templos le agregan un aroma especial al lugar.

Una bailarina balinesa, durante el show que presenciamos en Ubud
Nos despedimos de Ubud con un show de danza tradicional balinesa, que se presenta todas las noches al aire libre frente a un enorme portón de piedra decorado por figuras de divinidades hinduistas y acompañado por una orquesta de 12 personas con instrumentos tradicionales. Personalmente, quedé encantada con la fabulosa capacidad de los bailarines balineses para mover sus manos y las pupilas de sus ojos de tan particular modo.
Tras dejar Ubud, nuestra siguiente parada fue la ciudad de Labuanbajo en la isla de Flores, donde nos esperaba nuestro guía Yoris, quien nos conduciría hasta la isla de Komodo (a cuatro horas en barco desde Flores). Yoris formaba parte del 2% de la población católica que habita en Indonesia y con él completábamos en este viaje tres guías con tres religiones diferentes, lo cual eso solo un pequeña muestra de la diversidad cultural de este país.
A las 04:30 del día siguiente, en medio de la oscuridad de la madrugada Yoris nos escoltó hasta el puerto donde nos esperaba el barco del capitán Hussein, un musulmán con poco inglés pero muchísima amabilidad. Mientras veíamos el sol despertarse en medio de las montañas, el capitán Hussein navegaba por las aguas del Océano Índico para llevarnos a visitar los famosos dragones de komodo.

El implacable dragón de Komodo, sacando su enorme lengua
Los dragones son una especie de iguana gigante, que debido a su tamaño (pueden llegar a medir hasta 3 metros) se han convertido en los reyes de su ecosistema. En las islas donde habitan (Rinca y Komodo en especial) todo lo que se mueva puede convertirse en su cena: desde pájaros y monos, hasta búfalos y personas. Por supuesto, los casos de personas atacadas son mínimos; no obstante, para recorrer el lugar, además de Yoris, debimos ser acompañados por un guarda-parques para estar más protegidos.
Al terminar nuestro paseo, el capitán Hussein nos esperaba con el almuerzo servido: un banquete a bordo que tan solo Yoris y nosotros pudimos degustar, porque el capitán y su tripulación estaban cumpliendo con el Ramadán.

Un pequeño acantilado devorado por el mar en la isla de Gili Trawangan
Nos despedimos de Yoris para volver a Bali en donde otro barco nos esperaba para transportarnos en un turbulento viaje de dos horas hasta la isla de Gili Trawangan. Nuestra única actividad por cuatro días fue disfrutar de sol y mar, perdidos en este recóndito pedazo de tierra, tan pequeño que en una hora es posible dar la vuelta completa a la isla tapizada de arena blanca.
Para cuando regresamos a Bali, desde Gili Trawangan, nuestro tiempo en Indonesia había acabado, era hora de volver a Yakarta para tomar nuestro vuelo de regreso al Japón. Partimos de este colorido y diverso país con la misma promesa que hacemos siempre que unas vacaciones terminan: un día tenemos que volver…
Pd. Nuevamente debo dar crédito a mi querido Fábio por las casi 1500 fabulosas fotos que capturó de este viaje, de las cuales he robado algunas para ilustrar este post
Fantástica aventura!! Felicitaciones… y buscando las antípodas del Ecuador, no hubo mejor blog que el de ustedes, al día y lleno de gusto por tan maravilloso viaje!! Gracias Ecuatorianos, por compartir tan linda experiencia!! (Y) 😉
Estimada Silvia,
Muchas gracias por tu comentario y por acompañar el blog. Es una alegría saber que te gustó su contenido. Un saludo cordial desde Japón!