Hay que esperar tres años para tener la oportunidad de ver a todos estos hombres darse palizas y levantar piedras gigantes para lanzarlas al aire, pero la espera vale la pena. “La fiesta federal de lucha suiza y juegos alpestres”, que terminó el pasado fin de semana, es probablemente el evento más tradicionalmente suizo que he tenido la oportunidad de ver desde que llegué a este país y me ha encantado. Tan suiza es la fiesta que ni bien se arriba al evento (que esta vez tuvo lugar en una pequeña ciudad llamada Estavayer-le-Lac) ya lo reciben a uno con un bloque de queso gruyere de cortesía y una cerveza gratis para entrar en ambiente y acompañar las salchichas y especialidades locales que se ofrecen alrededor de todo el estadio donde está sucediendo la acción ¡y vaya que hay acción!

Este año la fiesta fue en Estavayer, una pintoresca ciudad medieval
El evento principal, por supuesto, es el combate en sí. La lucha suiza (conocida como Schwingen) existe desde hace al menos dos siglos y aún se continúa practicando de la misma manera tradicional. En medio de un ring de arena o aserrín, los contrincantes luchan por derribar a su adversario y ponerlo de espaldas contra el suelo, para lo cual se agarran mutuamente de una especie de calzón de yute que utilizan sobre su ropa. Después de varios días de combates, la Federal corona a un único ganador con el título de “Rey de la Lucha”. Este año, el galardón fue para un caballero de 114 kg. llamado Matthias Glarner.
Y aunque la lucha es el evento principal, la Federal incluye competencias en otros dos deportes tradicionales suizos: el hornuss (una extraña combinación de golf, beisbol y tenis) y el lanzamiento de la piedra, otra gran atracción de la fiesta. El juego consiste básicamente en levantar una roca y lanzarla tan lejos como sea posible. Hay tres categorías según el peso de la piedra: 20 kg, 40 kg y finalmente el lanzamiento de la “piedra de Unspunnen”, tan famosa que hasta tiene nombre y pesa nada menos que 83.5 kg. Y por imposible que parezca siquiera empujar tremenda roca, ya hubo quien la llegó a lanzar a 4.11 metros de distancia, un record aún no superado desde 2004.

Luciendo la linda ropa típica, un acto de valentía considerando el calor de 34 grados
Confieso que en mi paso por la fiesta, vi poco de los juegos, no solo porque hacía un calor abrazador sino porque mientras sucedían los combates había mucho más que hacer, comer y ver fuera del estadio: grupos tocando el alforn, una especie de cuerno de madera gigante también llamado de “Trompa de los Alpes”, interpretando el gracioso “canto a la tirolesa” o simplemente paseándose y luciendo los coloridos trajes y vestidos tan típicos de los Alpes suizos.
Disfruté mucho mi visita y antes de marcharme me di tiempo de visitar el galpón donde se exhibían los premios, o mejor dicho donde los premios descansaban y rumiaban su comida. Seis enormes vacas, todas impecables y de una piel bellísima compartía el lugar con tres caballos de pura raza. Sin embargo, el premio mayor era toda una celebridad con nombre y apellido: Mazot de Cremo, un espectacular toro Holstein de tres años y 1100 kg de peso.
Y si hay a quien le parezca poca cosa llevarse un toro a la casa como premio, vale saber que si el “Rey de la Lucha” decide venderlo, no recibirá menos de unos 30 mil dólares por él, aunque tan famoso y apreciado es Mazot que es poco probable que alguien quiera separarse de él.
He aquí algunas imágenes extra de la fiesta:

Un grupo local tocando la «Trompa de los Alpes»

¡Viva la fiesta y la cerveza gratis!

Transportando gigantes cencerros, las clásicas campanas para el cuello de las vacas que además son uno de los souvenirs más típicos de Suiza

Algunas de las guapas (y enormes) vacas que constituían los premios del evento