El lunes, otra vez a la oficina

oficinaHace seis años que salí de una oficina. Me marché de la redacción de aquel periódico como quien abandona un barco que se hunde. Tristemente, al cabo de un par de años de hecho se hundió, pero eso es materia de otra historia.

Trabajaba de una manera absurda que jamás pienso repetir. No paraba para comer y salía a las 22:00 solo para volver el día siguiente a las 09:00. La semana comenzaba con una sesión de tortura, una reunión de editores orquestada por un jefe que era la vívida copia de Donald Trump.

Hace seis años me marché de ahí corriendo. El día que me fui, tomé un taxi y le pedí al conductor que me llevara al centro Comercial El Jardín. Eran las 14:00 y me senté en un restaurante a almorzar una enorme banana Split. Una Banana Split porque estaba harta de todo, de la oficina, de los horarios, de la jornada de lunes a viernes (y veces de lunes a lunes) de los almuerzos en lonchera de plástico y de la rutina… No se me malinterprete, disfruté muchísimo el tiempo que pasé ahí. Al final me cansé, pero me llevé solo gratos recuerdo. Como sea, a partir de entonces no volví a habitar una oficina. Las visité mientras realizaba consultorías, escribía para revistas, practicaba voluntariado o daba clases de español. Nunca dejé de trabajar pero no volví a hacerlo dentro de una oficina.

Hoy he recibido la noticia de que en el cuarto piso de un edificio aquí en Ginebra hay un escritorio esperando por mí, con su cajones llenos de papeles, su computadora y su silla giratoria. Yo llegaré el lunes a las 09:00 con mi cactus y una foto de los seres queridos y volveré, tras seis largos años, a habitar una oficina.

Es un pequeño trabajo, un pequeño equipo y por ende una pequeña oficina, pero me invade el entusiasmo. Quiero volver a sentirme triste de que sea domingo, maldecir que haya llegado tan rápido el lunes y dar gracias de que por fin sea viernes. Quiero llevar el almuerzo en lonchera y mirar por la ventana preguntándome qué harán esas personas que no tienen que estar detrás de este escritorio.

Hay ciertas cosas que los seres humanos necesitamos, incluso cosas que pensamos no necesitar o que creemos odiar. A veces simplemente necesitamos una rutina, una serie de tareas aburridas que desempeñar o incluso una cosa tan simple como una oficina, para mañana poder salir a las 18:00 a tomar una cerveza y reclamar de cómo es odiosa esa oficina…

2 comentarios en “El lunes, otra vez a la oficina

  1. !Sandrita! Mucha suerte en tu nueva oficina. Yo soy de las que aman estar del otro lado de la ventana cuando la gente de oficina se pregunta…¿qué hace la gente que no está en oficina? jajaja Yo he intentado ir a oficinas. La primera vez duré seis meses, la segunda solo tres. Y eso que tenían horarios flexibles, pero hay seres que necesitamos la variedad y una «aparente» libertad. Digo aparente porque a la final es una ilusión pensar que estás fuera del sistema y eso ya lo entendí. Pero bueno, lo que me han enseñado mis experiencias de vida es que cada persona es distinta y eso… pues está muy bien. Y que es chévere respetar las formas, los tiempos y los sueños de cada uno. Por eso… !Salud por tu nueva oficina!

  2. La huella que dejo
    Es la huella que sigo,
    Y aunque pretenda lo contrario
    Y al sentido común no le parezca
    Es la huella la que sigue mis pasos;
    Sigo mi huella y no desando.
    Y así es la necesaria rutina,
    una huella que nos persigue.

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