Hoy Bob Dylan ganó el premio Nobel de Literatura y algunos amantes de Murakami se han quedado lamentándose, lo cual me condujo a recordar este artículo que escribí para la revista Rocinante de Ecuador y que se publicó justamente hace un año cuando yo aún vivía en Tokio. Se los dejo, quizás les alivie la pena:
Hay que ser Mario Vargas Llosa para tener las agallas de decir que Haruki Murakami es frívolo. Hay que haber ganado un premio Nobel para adquirir la autoridad para exponer tremendo comentario sobre un autor que, en los últimos años, ha coleccionado tantos éxitos. “Escribe libros fáciles, pero con una apariencia de complejidad que reafirma al lector”, fue la opinión del escritor peruano, durante una entrevista con el diario italiano La República, en 2013.
Así que Vargas Llosa no lee Murakami. Pues casi parecería que él fuera el único que no lo hace, pues desde hace años cada nueva obra del escritor japonés se gana un sitio en la lista de los libros más leídos. Este año, su novela “Hombre sin Mujeres” ha sido una de las más vendidas en Iberoamérica, como en 2014 lo fue «Los años de peregrinación del chico sin color».
Desde la publicación en español de “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” (2001) y posteriormente “Tokyo Blues. Norwegian Wood” (publicada en español en 2005, aunque escrita 18 años antes), los libros de Murakami se venden como pan caliente. Con cada nueva novela es más corto el tiempo que hay que esperar para acceder a la versión en español. Y lo que pasa en América Latina, pasa en todo el mundo. Desde Estados Unidos hasta Europa, Murakami es un nombre infaltable en toda librería, sea en inglés, francés, alemán u otras 50 lenguas diferentes.
Pero ¿qué lo hace tan popular?, para Vargas Llosa la respuesta sería algo obvia, pero para Lei Hu, candidata al doctorado en Literatura Japonesa de la Universidad de Washington, el asunto no es tan simple así.
“A inicios de 1980 cuando surgió en Japón la primera novela de Murakami, su obra fue bien recibida por adolescentes y adultos jóvenes (…) Cuando fue traducida al inglés, a principios de los 90, se destacó su uso frecuente de elementos de la cultura ‘western’: como el jazz, referencias a novelistas americanos y otros aspectos que resultaban familiares para el público de Occidente (…) Los lectores comenzaron a considerar que Murakami era un autor diferente a otros en Japón (…) y varias editoriales se interesaron en la obra de este japonés que no era tan ‘japonés’”, explica Hu.
Un japonés no tan japonés que se ha convertido en un referente mundial de la cultura de Japón y que es el más famoso escritor de su país en los últimos tiempos. ¡Vaya paradoja!, si bien que para Hu, en realidad no hay tanta paradoja así: “los lectores tienden a leer libros de escritores que ya sean famosos, en lugar de libros de alguien no tan conocido”.
Murakami es famoso sí, ¿pero es representativo de Japón?. Sus millones de fans han encontrado en su obra una ventana para atisbar un poco de la vida en este distante lado del planeta. Pero basta un ojeada al universo de la literatura japonesa, para sentir que esta ventana de Murakami es más comparable con la pequeña escotilla de un barco en movimiento. De hecho para Hu, Murakami está lejos de ser el embajador literario de Japón. No porque no sea un brillante escritor, simplemente porque la cultura de una país no puede ser observada a través de un solo par de ojos. “Cuando pregunto a americanos qué saben de literatura japonesa, a menudo me dan solo ese único nombre. No tienen idea de otros escritores (…) Existen muchos japoneses con excelentes trabajos como Banana Yoshimoto, por ejemplo, pero que no han alcanzado tanta fama internacional”.
Habrá quienes coincidan con Vargas Llosa en sus apreciaciones sobre Murakami, y todavía habrá quienes se coman las uñas esperando la traducción de su más reciente libro. Pero también existirán siempre otros con la curiosidad suficiente para querer mirar Japón más allá de la escotilla del barco de Murakami. Y para esos curiosos, Hu tiene una serie de recomendaciones.
Para entrar en lo más cotidiano de la cultura japonesa contemporánea, Hu sugiere los dramas de misterio de Miyuki Miyabe. “Me gusta como ella detalla las pequeñas cosas, usa sucesos del día a día como motivación para desarrollar incidentes serios”. Pero si hablamos de la cultura japonesa más tradicional, no es posible dejar de leer al Premio Nobel Yasunari Kawabata (Hu propone comenzar con “País de Nieve”, un clásico de la literatura japonesa) Otra alternativa es Junichiro Tanizaki, considerado un referente de la escritura contemporánea. Luego están, por supuesto, la grandes nombres como Yukio Mishima o Kenzaburo Oe, ganador del Premio Nobel en 1994.
Pero para aquellos que aún les gusta el sonido de su voz cada vez que dicen “estoy leyendo a Murakami”, siempre es posible darle una oportunidad a Ryu Murakami, quien aunque comparte el apellido, nada tiene que ver con su famosísimo homónimo. Ganador devarios premios, también es considerado una importante figura de la literatura moderna en Japón. Y lo que es más, a este segundo Murakami, Vargas Llosa nunca lo llamó de frívolo, he ahí otro buen motivo para comenzar a leerlo.