De cuando me endeudé con un centavo

Había olvidado completamente este curioso incidente que me sucedió hace más de cinco años. Sin embargo, esta noche, encontré este texto y me pareció que, de tan absurdo, merecía recibir un espacio en mi blog. Helo aquí:

Quito, agosto 2010:

La cosa pasó así: tan pronto renuncié a mi trabajo, tenía que cambiar la dirección donde recibo el estado de cuenta de mi tarjeta de crédito. Entonces, llamo al banco y explico lo que necesito.
− Ah, ya. Tiene que dirigirse a una oficina del banco, llenar una solicitud, firmarla y se hará el cambio
− Ok, digo yo.

Un día de junio me trepo a la bicicleta, voy a la agencia del banco, lleno la solicitud, firmo el papel, me monto de nuevo a la bicicleta y me voy tranquila. Pasan los días y llega el 30 de julio y del estado de cuenta, nada. Llamo nuevamente:

 − Señorita, ¿qué será de mi estado de cuenta? Cambié la dirección donde lo recibo y ahora no me llegó.
− ¿Fue a la agencia?, ¿llenó la solicitud?, ¿la firmó?
− Sí, sí, sí.
− Déjeme revisar (12 minutos de espera)
− Ah, bueno parece que no se cambió la dirección. Ahora ya envié una nueva solicitud y el próximo mes ya recibirá su estado de cuenta.
− Ok −digo yo− ¿podría decirme usted cuánto debo pagar, ya que no tengo el estado de cuenta?.
− Ok. Son 374 dólares, señorita.
− Gracias.

Voy a Internet, transfiero 374 dólares y me olvido del asunto. Pero llega agosto y se acaba agosto y nuevamente ¡no viene el estado de cuenta!. Llamo al centro de atención al cliente, que trabaja solo de 10:00 a 17:00 y de lunes a viernes, pero irónicamente se llama Centro 24/7.
-Bienvenido al centro veinticuatro siete ¿en qué le puedo ayudar?.
-Señorita, este es el segundo mes que no recibo mi estado de cuenta y ya hice todo lo que hay que hacer.
− A ver, déjeme revisar. Espere (otros 12 minutos) Bueno ya hice la corrección, el siguiente mes ya le llega a su casa.
−¿Será? (suspiro) En fin, ahora necesito saber cuánto debo pagar…
− Deme su mail y le envío sus estados de cuenta
− Ok.

Voy a Internet, abro mi mail y veo que debo 73 dólares. Pero, ¡oh, no! tengo un saldo pendiente que no pagué el mes anterior. ¿Cómo? ¿qué pasó? ¿saldo pendiente? ¿cuánto?. ¡¿Un centavo?!.

Resulta que la cuenta anterior no había sido 374, sino 374,01. Una deuda de un centavo y la tarjeta de crédito decide cobrarme ¡cincuenta centavos! como interés por mora. Me rasco la cabeza y me pregunto ya con muy poca paciencia: ¿cómo es eso, tengo un interés de 50 veces mi deuda?. Llamo otra vez, llamo solo porque quiero entender cómo funciona esta tontería.

− Señorita (ya enojada), yo pagué 374 dólares, pero me quedé con una deuda de un centavo. Me puede explicar ¿de qué mágica manera una deuda de un centavo se convierte en un interés de cincuenta veces el monto?
− Espere…
Espero y mastico mi coraje, hago la regla de tres en mi cabeza y sigo sin entender cómo puedo tener un interés de 5000%. Cincuenta centavos no son nada, pero el cálculo es absurdo.
− Aló?, gracias por su espera. Mire, resulta que…
Aquí comienza una explicación más enredada y compleja que me es imposible transcribirla. Yo solo voy cazando cosas: “15% anual”, “interés sobre la totalidad del consumo”, “saldo en mora”, etc., etc.

Con la chica 24/7 todavía al teléfono, yo prometo cancelar esta tarjeta, prometo una carta de queja al mismísimo presidente, prometo ir al defensor del pueblo… pero nada pasa. Cuelgo y me siento a escribir este post, la cabeza me duele y pienso: “mañana tengo que ir al banco a pagar esa deuda».

Un comentario en “De cuando me endeudé con un centavo

  1. Burocracia= Complicación y lentitud excesiva en la realización de una simple gestión, particularmente en las que dependen de la administración del Estado.
    A mayor burocracia, menor eficiencia.

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