Esta es la primera vez que paso Navidad en Japón. De hecho, es la primera vez que paso Navidad lejos del Ecuador. Me apena, y sin embargo, el quedarme ha resultado una experiencia interesante. ¿Cómo creen que se vive esta fiesta cristiana en un país budista y sintoísta donde el 25 de diciembre ni siquiera es feriado? Ya que he resuelto quedarme, seré su reportera de lo que se vive en estas latitudes…
Para empezar, como supondrán, no hay nada de arbolitos de Navidad en cada ventana de cada casa. Lo cual no significa que no los hayan en las tiendas y centros comerciales, pues a la hora de vender: toda causa es una buena causa. De modo que luces, villancicos y decoraciones navideñas plagan prácticamente todo sitio donde se vende algo.
Lo que definitivamente no hay, ni en las tiendas ni en ningún lugar, son pesebres: nada de Marías, Joses, ni pastores. Por supuesto, tampoco hay olor a palo santo en la calle, o novenas del niño en casa de la vecina, o misas del gallo a la media noche. Me atrevería a decir que pocas personas en este país tienen claro que la fiesta de Navidad está relacionada con el Cristianismo. De hecho, diría que son aún menos quienes conocen que lo que se celebra (al menos en teoría) es el nacimiento de Jesucristo.
En Japón, la fecha en la cual los hijos vuelven a casa y las personas regresan a sus ciudades natales es el 31 de diciembre. Es entonces cuando toda la familia se reúne, comen juntos (generalmente “soba”, una sopa de tallarines muy típica de aquí) y visitan el templo para recibir las bendiciones para el año que empieza.
De modo que nuestra Noche Buena es aquí (al menos para la mayoría de japoneses) una noche común y corriente. El 25 de diciembre, cuando allá en nuestra tierra los niños salen a estrenar sus juguetes nuevos y las familias desayunan (almuerzan y cenan) sánduche de pavo, aquí la gente simplemente va a trabajar. A pesar de todo, algunas tradiciones se han ido imponiendo con el paso del tiempo. Quizás la más popular (aunque yo la hallo un poco extraña) es comer pollo KFC…. Sí, así de simple, comer pollo KFC!.
Mientras en nuestra tierra nos pasamos tres días adobando pavos o 10 horas asando piernas de cerdo, aquí lo típico es comprar un buen tazón de crujientes y aceitosas presas de pollo KFC. Dicen que la tradición comenzó varias Navidades atrás por obra (como siempre) de una campaña publicitaria que llevó a cabo la cadena estadounidense; sin embargo, no puedo dar fe de que eso sea verdad.
Otra costumbre que ha ido creciendo con los años es hacer de la Noche Buena la noche de las parejas, como un San Valentín adelantado. Desde hace varias semanas, un gran número de restaurantes en Tokio estaban ya copados con reservas de parejas felices que planeaban cenar a la luz de las velas la noche del 24 de diciembre. Según he sabido, muchas propuestas de matrimonio suceden en esta noche.
Imagino que para los corazones solitarios que habitan en esta ciudad, y que se cuentan por millones, debe ser más tranquilizador optar por comer un pollo KFC frente al televisor, en lugar de aparecer las narices por un restaurante lleno de gente dispuesta a recordarle a uno su soledad. Cómo será de seria la cosa que este año un restaurante de comida italiana, en un concurrido barrio de Tokio, colocó desde hace varias semanas un anuncio en su puerta advirtiendo que “durante la noche del 24 de diciembre, bajo ninguna excusa, se aceptará la entrada de parejas al restaurante”.
De acuerdo con el comunicado, la intensión es evitar “trauma emocional en los funcionarios del restaurante”. En las redes sociales algunos han aplaudido la iniciativa. Después de todo, viene bien tener un refugio para las almas solitarias. Quién sabe y acaba siendo incluso un buen lugar para encontrar tu otra mitad.
En fin, no sé si yo me anime a comer pollo KFC esta Navidad; sin embargo, estoy segura de que en algún momento de la noche soltaré un suspiro nostálgico por los bocaditos de ciruela con tocino y el tradicional postre de piña con el que mi querida mamá nos deleita cada Noche Buena…
Desde Tokio, les deseo a todos los amigos y la gente más querida una muy Feliz Navidad.
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